También la cancha de juego estaba dividida en tres zonas que las jugadoras no podían abandonar según la demarcación, mientras que se sancionaba el dar más de un bote seguido o retener el balón más de tres segundos. Se levantó, asimismo, un busto sobre la antigua grada de Herradura, y a una de las calles que rodea al estadio se le puso también su nombre.