Pero es que más allá de todos los escándalos en los que aparece el nombre de Green, la compañía no ha sido capaz de decantarse por una estrategia: ni hacer frente a los bajos precios de competidores como Boohoo o Primark, ni apostar por el desarrollo digital, ni volver a colocar a la cadena en lo más alto de las preferencias de moda de los consumidores. Era una posesión que se intuía desde el día del sorteo.